Todos vivíamos rodeados de serpientes.
Algunas venenosas, otras domesticadas y, unas pocas, simplemente mortales.
No todas deberían morder, sin embargo todos deberíamos ser mordidos por alguna.
A mí me mordió una mientras la acariciaba.
Resultó ser de las más venenosas, sin embargo no me mató.
Ahora mi sangre lleva su veneno
y eso me impedirá desvanecer.
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