miércoles, 11 de abril de 2012

Primer encuentro con Schatten Schwarz

Schatten Schwarz: ¿Quién es? ¿Qué es? ¿Qué es esto?
Jürgen Aröo: Intento ser hijo y hermano, sobre todo. Busco convertirme en chamán urbano. Para mí esto no es más que un exorcismo contra mis propios miedos.


S.S: ¿Chamán urbano?
J.A: No es un concepto que me agrade demasiado. Busque chamán y busque urbano en el diccionario de la RAE. Simple conjunción, algo similar a cómo los anglosajones crean algunos de sus términos.


S.S: Entonces, ¿qué ofrece este rincón?
J.A: Tan sólo es una terrible profecía, como las que formulamos las personas a diario sin darnos cuenta. El chamán pasa toda una vida buscando convertirse en lo que puede llegar a ser, sin ser nada durante el camino. En este proceso, puede incluso perder la vida, pero si eso ocurre no tiene nada de chamánico. Durante esa transformación, el no-chamán desvela algunos secretos, herramientas útiles para él y para aquellos que toman su mano.


S.S: ¿Estamos hablando de magia o de madurez?
J.A: Es fácil caer en las trampas del lenguaje. No hay nada más manido que el mito de "Ulises" y la importancia de su "viaje". Aquí Ítaca sí es lo importante, si no, no hay nada. Tampoco magia.


S.S: ¿Y cree que la labor del chamán es necesaria en un contexto urbano/científico?
J.A: La labor del chamán es crear desvelos. Destapar secretos. Creemos que en un contexto post urbano/científico como el nuestro la luz inunda todo. Cualquiera tiene acceso a todo el conocimiento con sólo mirarlo porque está a la luz, a simple vista. Sin embargo, acostumbrarse a la luz ciega tanto como la oscuridad. El acceso a cierto conocimiento nos es negado precisamente ofreciéndosenos de un millón de formas y colores. Para aprehender determinados conocimientos hoy día, es necesario interrumpir la visión, aunque sólo sea por un momento, ya sea mediante la introspección o de manera externa. El chamán se sacrifica para provocar esa "visual disruption" en los que le rodean porque en este momento es necesario arrojar algo de oscuridad para poder Ver.


S.S: Suena un poco apocalíptico...
J.A: Y usted suena constreñidamente occidental. Conceptos como el blanco o el negro, la luz o la sombra, no son iguales para todas las (mal llamadas) "culturas". El trasfondo es el de la colaboración y eso no tiene nada de apocalíptico.


S.S: Y aquí el concepto de colaboración. ¿Qué papel juega la colaboración en todo este proceso?
J.A: La colaboración lo es todo. El ser humano ha pasado demasiado tiempo compitiendo y eso nos está llevando al borde de la destrucción como especie, como pieza de este engranaje cósmico. Hemos llegado a creernos la pieza clave y tal ingenuidad pudo llegar a tener su encanto, pero ahora hace peligrar nuestra supervivencia. La colaboración porta un mensaje de optimismo, mientras que la competencia sólo tiende a la catástrofe, por eso el discurso no tiene nada que ver con el apocalipsis.



S.S: Volvamos a este espacio. Antes vimos imágenes, vídeos... ahora ya no queda ni rastro de ellas y sólo ha sobrevivdo el texto. ¿Qué ha ocurrido?
J.A: Las imágenes se olvidan o en el mejor de los casos se re-recuerdan. De ahí proviene su poder, de su capacidad de mentir. Nadie mira de la misma forma ni ve lo que el resto. La imagen es poderosa por su inmediatez, impacta su novedad; pero la vista, como el resto de nuestros sentidos, se agota. Y es ahí cuando empieza a trabajar nuestro sistema de re-recordar. Si una imagen sigue estando ahí, fija e inamovible, no permite que este sistema tan necesario se ponga en marcha.


(Continuará)

lunes, 9 de abril de 2012

La esperanza del soldado desahuciado


Siendo consciente, despierto, ¿a quién le han escocido tristezas, ha padecido quebrantos o ha degustado placeres tan intensos como en sueños? De día, jamás fui cegado por semejante fulgor. Caminando, nunca tropecé con un hoyo tan profundo. Jamás abrí puertas como esa. A la luz, no hay vísceras suficientes para agarrar el pomo de puertas como aquella. Despierto, es imposible mirar a la cara de un rostro tan desfigurado como el de la verdad. Ha de ser entre tinieblas, desconcertado, como se accede a tales abismos, como se descubren tales tesoros. Como el que tapa la herida del soldado desahuciado, nuestra consciencia pone un trapo sobre los desgarros más horribles. Rápido se torna rojo, pues la sangre termina traspasando y empapando cualquier cosa mientras uno vive, mientras ésta fluye. Y es esa precisamente la última esperanza del soldado. Si cala el trapo, es que sigue aquí. Si un sueño te destroza de tristeza, es porque sigues teniendo opción. Opción de soñar. Opción de oler. Opción de abatir a otro enemigo o de ver firmada la paz. Incluso opción de rendirte. En cualquier caso, ¿es necesario acceder a tales desvelos para continuar? Tan rotundo y cristalino como que si uno se desangra es porque su sangre aún está caliente. Tan obvio y pueril como que si uno se muere es porque está vivo.

Y ese Olor volvió. Y me dio igual su cara. Ese Olor volvió y no importaba de quién. Ese Olor volvió y dije Sí y dije No. Este Olor volvió tan sólo unas horas después de aquel Dolor. Ahora que sé cómo huele, sólo me queda seguir el rastro ya que sólo una letra gorda y perezosa nos separa. Y es que no hay velo, no hay trapo, que pueda ocultar el Olor de la sangre.